Alfonso Cañete Jiménez

Montalbán de Córdoba
Córdoba

“Yo, como la mayoría de andaluces de aquella época, como el 90 por ciento, era campesino, mi familia era campesina, pero pobres, nosotros no teníamos absolutamente nada; nosotros hemos pasado muchísima hambre, no teníamos qué comer. Así era el pueblo, había unos pocos ricos, pero la mayoría era pobre. Entonces las distancias entre ricos y pobres eran muy grandes”.

Alfonso es el mayor de una familia de seis hermanos. Su pueblo, como toda la campiña cordobesa y gran parte de Andalucía, era por aquel entonces un hervidero de agitaciones campesinas que demandaban las aspiraciones seculares de tierra y libertad. El año del golpe militar contra la República que da inicio a la guerra civil, Alfonso contaba con tan sólo 16 años pero ya era uno de los responsables la Juventud Comunista de Montalbán que articulaba a un sector importante de jóvenes. El pueblo y gran parte de la campiña cae entre los meses de julio y agosto de 1936 en manos de los insurrectos fascistas y Alfonso se une a grupos de huidos de varias localidades cordobesas para llegar hasta Jaén en zona republicana. De allí pasa a Ciudad Real para hacer la instrucción y alistarse en el Ejército Popular republicano. En noviembre se incorpora al frente encuadrado en un batallón de la Segunda Brigada Mixta. Combatió en diversas batallas como la de Brunete de la que saldría con el grado de sargento. El repliegue definitivo y el paso a Francia se produce en febrero de 1939 cuando la República pierde definitivamente Cataluña.

“Mi batallón estuvo combatiendo con muchas dificultades en Cataluña, que fue cortada del resto de la zona republicana, hasta la misma frontera. Estábamos aislados, éramos conscientes de lo que estaba pasando, de que la guerra la estábamos perdiendo, pero estuvimos combatiendo al fascismo hasta el último momento y mantuvimos muy alta la moral siempre, hasta el final… El franquismo tenía la ayuda material de Alemania, Italia y Portugal y contaba con la debilidad de democracias podridas como Francia y Gran Bretaña.

El paso para Francia fue catastrófico, con una parte del pueblo asustado, en malas condiciones. Mujeres con sus hijos en el frente, sin saber dónde estaban; otras con sus hijos que habían muerto o estaban en las cárceles; había muchas mujeres refugiadas con niños que se habían concentrado por la zona de Figueres y nosotros veníamos sujetando a los fascistas para que el paso estuviera mejor organizado. Después vinieron los campos. El gobierno francés de la época se portó con nosotros muy malamente“.

Los campos de concentración de Saint Cyprien y Barcarès son, durante meses, el próximo destino, hasta que es enrolado en una Compañía de Trabajadores Extranjeros para reforzar la Línea Maginot en La Moselle, al norte del país. En junio de 1940 su compañía es hecha prisionera por los alemanes con la invasión de Francia. Alfonso pasa por distintos destinos en condición de prisionero de guerra hasta que recala en el Stalag XII D en Tréveris en enero de 1941. En el mes de abril del mismo año es deportado a Mauthausen para trabajar en las canteras. Tras un penoso periplo por los kommandos Bretstein y Steyr es destinado al campo de Gusen hasta ser liberado en mayo de 1945.

Alfonso rehace su vida en la localidad francesa de Ivry sur Seine junto a París. Entró en una escuela de formación profesional y aprendió el oficio de chapista que ha desempeñado a lo largo de su vida. Se casó con una mujer nacida en Francia, hija de emigrantes castellanos con la que tiene a su hija Natalie. Es miembro de la Amicale de Mauthausen de Francia y ha regresado en diversas ocasiones a las instalaciones de su tormento junto con sus compañeros ex deportados como recordatorio a las decenas de miles de víctimas del terror nazi. La última vez, en mayo de 2005 en los actos del sesenta aniversario de la liberación. Alfonso es militante activo del Partido Comunista de España en el exilio al que dedica gran parte de su tiempo. No volvió a España hasta 1981. Desde entonces regresa a su pueblo todos los veranos. Allí tiene dos hermanas. En el verano de 2005 recibió un emotivo homenaje del PCE de Montalbán y en 2006 el Pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad distinguirle con una escultura.

Para conocer más datos de su biografía y su testimonio sobre su paso por el campo de exterminio de Mauthausen puede consultarse el libro de Sandra Checa, Ángel del Río y Ricardo Martín: Andaluces en los campos de Mauthausen, Centro de Estudios Andaluces, 2006.