Carlos Encinas González nació en Salamanca el 28 de junio de 1907. Ejerció su profesión de médico en la población de Cala, formó parte de la política local afiliado a Unión Republicana y fue amigo de los más insignes republicanos del lugar. Durante los quince días posteriores al golpe militar, fue presidente del Comité Rojo de Abastecimiento, gestionando la manutención de los refugiados que llegaban procedentes de Sevilla y sus pueblos, camino de Extremadura. Viendo que las tropas se aproximaban a Cala pasó a Portugal con Teodosio Riscos Ortín (alcalde), Pedro Rodríguez Santos (concejal), Julio Abril Nogueras y otros dirigentes locales. El 10 de octubre de 1936 embarcó en Lisboa en el buque portugués Nyassa y el día 13 llegó a Tarragona. Nada más llegar, Carlos Encinas se alistó en el ejército republicano y fue enviado como jefe de sanidad a un hospital de campaña de la 27 División que mandaba José del Barrio, en el frente de Aragón, donde vivió en carne propia lo más cruel de la guerra. Allí permaneció hasta febrero de 1937, luego fue nombrado director del Sanatorio Miguel Pedrola en Alp (Gerona), un hospital de neumología junto al Pirineo perteneciente al Socorro Rojo del POUM. Más tarde fue designado jefe de servicios en la Clínica Militar Quirúrgica nº 2, en Barcelona y después pasó a la Clínica Militar de Olot (Gerona), en donde estuvo como jefe de pabellón hasta el fin de la guerra, en todas ellas con el grado de capitán médico. El 11 de agosto de 1937 contrajo nupcias en Barcelona con Carmen Ferrer Rodríguez (Alcañiz, Teruel), a la que había conocido durante su estancia en Alp.
Tras la caída de Cataluña, Carlos Encinas y su esposa cruzaron la frontera francesa el 9 de febrero de 1939. Mi madre fue internada con una familia francesa en Cazères-sur-Garonne —afirma su hijo Carlos— y mi padre enviado al campo de Argelès-sur-Mer. Como médico, tenía que recibir a los enfermos y heridos que llegaban en ferrocarril al campo de refugiados. Aprovechando esa relativa libertad pudo escapar en tren a Toulouse y conseguir un salvoconducto. Se reunió con mi madre y se trasladaron a París, donde tramitaron el
permiso para viajar a México. A primeros de mayo de 1939 salieron del puerto de La Pallice, en La Rochelle, en el vapor inglés Orduña. Este buque había sido fletado parcialmente por el gobierno de Cuba para repatriar a los cubanos que habían luchado en las Brigadas Internacionales a favor de la República. Tras realizar escala en las islas Bermudas y en Nassau (Bahamas), llegaron a La Habana alrededor del 30 de mayo y tras unos días de descanso embarcaron en el buque francés Mexique hacia Veracruz (México), a donde arribaron el 7 de junio de 1939.